jueves, 16 de noviembre de 2006


LA NACION
Sábado 10 de Junio de 2006
Agradable y creativo"A las cuatro!" .
Espectáculo musical de Rony Keselman y Mecha Fernández. Vestuario y utilería: Silvia Copello. Coreografía: Mecha Fernández. Música original: Rony Keselman.
Intérpretes: Agustina Vera y Federico Salles Gribodo. Libro y dirección general:
Mecha Fernández y Rony Keselman.
Teatro Payró, San Martín 766. Sábados, a las 16. Entradas: $ 7. Nuestra opinión muy buenoSe trata de una especie de vertiginoso viaje por la música y la fantasía, a través de la danza, el gesto y las coreografías que van sugiriendo historias a medida que los bailarines se relacionan. El espectáculo transmite la alegría constante del jugar, el gozo de la danza y del descubrimiento de las potencialidades del propio cuerpo y los dibujos que en el espacio puede hacer junto y en relación al otro. La danza es un permanente decir quien soy y quien sos, y reaccionar a ello, sostenidos por la música que permite la creatividad de los movimientos y la búsqueda de formas que se hacen imágenes. Es interesante ver cómo este juego no solamente dibuja imágenes, sino que enlaza situaciones a partir de ellas y sugiere, dentro de su veloz movimiento, relaciones e historias de relaciones. Al comienzo, los bailarines simulan ser seres que descubren cómo sostenerse sobre sus piernas, caminar, hacer gestos, a la manera de un ser recién nacido que experimenta con lo que es y con lo que le da el espacio. Es como un despertar. Van creciendo en el encuentro, y hay un intercambio. Con un ritmo ajustado Resulta agradable, refrescante y a la vez una poderosa transmisión de creatividad: las ininterrumpidas secuencias van tomando distinto tono con el aporte al parecer simple, pero de gran importancia, de los objetos que se incorporan al juego, en especial un trozo de tela, que protagoniza incontables transformaciones. El espectáculo tiene un ritmo muy ajustado: cada uno de los elementos revela un cuidado minucioso, que concurre a una aparente simplicidad sin fisuras. El trabajo de los jóvenes bailarines es notable, la música les da lo que necesitan, y el público de todas las edades, que ha tenido una sonrisa permanente o el asombro pintado, se retira con un suspiro satisfecho. Los más chiquitos, que son más espontáneos y regalan sus encantadores carcajadas, pueden llegar a cansarse hacia el final. Los grandes, tal vez, se quedan deseando que no termine porque en ese rato, todos se han sentido livianos, ligeros, ágiles, casi capaces de volar.
Link corto: http://www.lanacion.com.ar/813186

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