Miradas, recuerdos y modos de trabajar de la coreógrafa Mecha Fernández Por Ruth Mehl "Diseñar coreografías es pintar imágenes en el escenario; es jugar en silencio, aun sin las palabras, aun sin la música", dice Mecha Fernández, mientras uno cae en la cuenta de que, con sus gestos unidos a las palabras, la coreógrafa está dibujando también esta conversación. Lo primero que surge como pregunta, al tomar conciencia de que han pasado 20 años desde sus primeros trabajos, –que son el arranque de toda una trayectoria en la escena infantil–, es cómo ve ella la evolución de la coreografía como parte del código del teatro musical e incluso del teatro en general. "Antes –cuenta– yo me decía: «Bueno, ahora viene unbailecito». Es que así se concebía el musical; una escena de diálogo y acción; un baile con una canción, que podía agregar o no algo a lo que se estaba mostrando; otra escena; otro baile. Ahora, la idea estética es muy diferente. En cierto sentido, todo está coreografiado; el chico tiene una capacidad muy grande de observación, especialmente cuando se trata de movimiento. Nada puede estar librado al azar. Hasta cuando no suena la música hay un ritmo corporal. Es más: actualmente se está hablando de la corpografía, que viene a ser la coreografía actuada. Ahora –sigue explicando– dirigimos la escena en cuanto a la puesta, cuidando los ritmos, sin pausa, y es un trabajo de equipo, de mucha concentración." Diferencias Fernández rememora su aprendizaje con los directores de teatro para chicos. "Trabajé con el Grupo Catarsis y recuerdo, por ejemplo, como insistía Manuel González Gil, en cierta actitud hacia el público infantil relacionada con la acción corporal. Se trata de una sinceidad; de que el movimiento sea franco, sin vericuetos, no erotizado; algo que los chicos reconozcan y que puedan imitar. Esto es muy diferente de que los actores se hagan los bebotes. Significa que la actitud es pura, limpia; algo que el chico acepta sin esfuerzo. Otra cosa importante también es que haya repetición, lo que llamamos el número tres: que las cosas vuelvan a ser dichas, actuadas, bailadas, para que el niño las encuentre, las recuerde y, si quiere, las imite", señala. Directores y estilos Además de trabajar como coreógrafa y directora en teatro para adultos y comedias musicales, es una habitual colaboradora del grupo La Galera Encantada. Asimismo, es autora de la celebrada coreografía de María Elena, que estrenó el Teatro San Martín en esta temporada y que cautivó especialmente a la platea de adultos que acompañaban a los niños. "Fue un trabajo de mucha investigación con Héctor Presa, el director. Estábamos ubicados en un escenario circular; entonces, me sentaba en istintos puntos y miraba por dónde pasaban las diagonales: un desafío si uno trabaja casi siempre con el teatro a la italiana. En María Elena buscamos, y creo que lo logramos, que el movimiento avanzara y se integrara al texto y a la acción; que la canción se bailara y la danza se cantara; es una cuestión de gestualidad, y el entendimiento con el director tiene que ser muy bueno. Personalmente, me gusta esta relación con el director, con quien nos planteamos las escenas, y puedo aportar ideas especialmente sobre la forma de integrar la coreografía, que cada vez parece darle otra dimensión a la escena teatral. Por supuesto, la última palabra la tiene el director, pero la experiencia te enseña a trabajar en equipo." Mecha Fernández suele intentar que la coreografía sea una escena más dentro del mismo color de la paleta que plantea la obra. "Por ejemplo, en De paraguas , de Silvia Copello, casi no hay texto; la coreografía destaca el protagonismo de los paraguas y juega con el tema de la lluvi, sugerido por la música. Hay un diálogo entre los paraguas mediante el movimiento."
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